lunes, 24 de marzo de 2008

"SUITE FRANCESA" DE IRENE NEMIROVSKY




Hacía ya algún tiempo (tal vez demasiado) que tenía este libro pendiente. A veces, tantas críticas literarias positivas y premios me abruman y me impiden leer el libro en cuestión. Siempre pienso que si después no me gusta, tendré complejo de tonto. Gracias al club de lectura del foro de la revista "QUE LEER", saqué el libro del cajón y me puse manos a la obra.

Lo primero que me llamó la atención fue la novedosa (al menos para mi) perspectiva en el tratamiento de la Segunda Guerra Mundial. Sin bombas, ni combates, ni héroes o villanos. No es un libro sobre el ejercito nazi y su invasión de Francia. El primer volumen del relato se centra en los ciudadanos franceses atrapados en una huida descontrolada, acosados más por el miedo que por las balas alemanas. El segundo volumen, en el comportamiento de los franceses durante la ocupación.

Lo segundo que me llamó la atención fue la descripción del comportamiento de los franceses ante el desastre nacional que supuso al invasión alemana. Es la historia de la mezquindad del ser humano, o al menos de una parte de la sociedad: la alta burguesía, a la que curiosamente pertenecía la autora. La obra intenta prescindir de la bondad o maldad de los regímenes y sus gobiernos para centrarse en personas concretas, identificables en su entorno, y en sus reacciones ante la adversidad.

Lo tercero, y último, que destacaría es que la obra no juzga el comportamiento de los personajes ante la invasión y ocupación. Cada personaje tiene una historia que explica (no justifica) su comportamiento. Los alemanes son simples comparsas del relato, se les presenta como personas, no como la encarnación del mal. Cuando uno lee el prólogo de la obra (escritora judía de origen ruso, asesinada en el campo de concentración de Auschwitch) espera un alegato contra el nacional-socialismo alemán y la ocupación de la Francia libre. No es así. No es una obra sobre los alemanes, sino sobre los franceses. Demasiada mezquindad y poca heroicidad.

El libro me ha ENCANTADO. Más el primer volumen que el segundo. La primera parte es una novela coral, con multitud de personajes que se relacionan puntualmente, con un ritmo ágil y ameno. La segunda es un relato más intimista, que parece ejercer principalmente una función de enlace con lo que posteriormente sucederá (y que la autora no llegó nunca a escribir, sólo se conservan unas pocas notas de preparación del texto) que en algún momento llega a ser algo lento y reiterativo.

Leer esta obra me ha recordado el impacto que me causó hace muchos años "El pianista del gueto de Varsovia" de Wladislaw Spilzsmann, por los hechos que describe, por la nueva visión que me ha aportado de unos hechos irrepetibles (esperemos) y por ser un relato escrito desde la experiencia personal de su autora.

sábado, 8 de marzo de 2008

"UN CHINO EN BICICLETA" DE ARIEL MAGNUS


Cuando lees y ríes al mismo tiempo ejercitas las dos partes fundamentales del ser humano.

Cuando cursaba mis estudios de bachillerato, tenía un profesor de Literatura (por el que nunca sentí una gran simpatía) al que debo reconocer un gran mérito. En lugar de hacernos leer pesados clásicos (o clásicos pesados) de la literatura universal y española, nos obligaba a leer novelas de reciente publicación. En el cumplimiento de esta obligación, que nunca consideré penosa, descubrí las hilarantes, absurdas y ácidas novelas del gran maestro Eduardo Mendoza. Esta novela de Ariel Magnus, del que no había leído nunca nada, me ha recordado alguno de los risueños momentos que pasé leyendo esas otras novelas.

El planteamiento de la historia es genial: Ramiro Valestra, joven informático argentino, que acude a los juzgados como testigo judicial, es secuestrado, mientras orina, por un chino pirómano conocido como Li Fosforito. Secuestrador y secuestrado se esconden en un piso del barrio chino de Buenos Aires, iniciando una disparatada historia.

A partir de aquí el autor parece perder todo interés por el desarrollo de una historia prometedora, por absurda, para enredarse en una serie de cuentos, historias y diálogos que apenas no contribuyen al desarrollo del planteamiento inicial. No importa. Cada trozo tiene su gracia por lo disparatado de las situaciones, de las conversaciones, de las conclusiones del protagonista o de las reacciones de quienes le rodean (todos chinos).

La novela no trata sobre los chinos, sino sobre los argentinos. A ellos van dirigidas los puyazos más dolientes y sangrantes, con ese humor sudamericano tan peculiar. El lenguaje coloquial (porteño, supongo) lo hace en algunas ocasiones algo difícil de seguir, pero también dota al relato de verosimilitud y actualidad.

Si quieres comprender el sentido de la expresión "un cuento chino", leyendo esta novela tal vez lo entiendas.