domingo, 18 de noviembre de 2007

"EL GUARDIAN ENTRE EL CENTENO" de J.D. SALINGER


Seguro que conoces a alguien raro. No está loco. No es tonto, ni mucho menos. Para sus cosas, posiblemente sea uno de tus conocidos más listos. ¡¡PERO VAYA TIO EXTRAÑO!! No le gusta nada de los que le gusta al resto de la gente. No hay quien entienda sus reacciones. Da una importancia extrema a cosas que los otros ni siquiera percibimos. Puede pasar de la ternura extrema, a la grosería desafiante o a la violencia preocupante sin aparente transición. No parece peligroso,...pero mejor no estar cerca de el.
Este es Holden Caulfield, el protagonista de la famosa y mediática novela de Salinger. Su supuesta influencia negativa en la mente de famosos magnicidas y sus cinematográficas menciones, seguramente te ayudarán a comprar un ejemplar de esta magnífica novela corta. Grave error: no hay conjuras templarias, ni secretos mesiánicos, ni luminosas y reveladoras verdades al final de un tunel,... Seguramente Dan Brown suspendió su trabajo en el instituto cuando tuvo que leer esta novela :-). Es la historia de un joven mesuradamente conflictivo, tendente al desequilibrio y potencialmente brillante en un aspecto concreto (la redacción). Es el hijo que priva del sueño durante muchas noches a sus padres, que posiblemente acabe muy mal siendo demasiado joven...pero que, tal vez, puede llegar a escribir una de las más brillante líneas de la Historia.
Vale la pena leer esta pequeña joya literaria por tres motivos. Primero, para conocer un poco más como es el proceso mental de esta clase de personas. Segundo, por el capítulo XXIV del libro. Es una exquisita disquisición del señor Antolini, antiguo profesor de Holden, sobre la genialidad, la educación y la cultura. Tercero y último, si los libros son el reflejo de la sociedad que los produce, no es extraña la falta de tino del pueblo norteamericano, que tiene en esta novela a una de las lecturas obligatorias para sus estudiantes de secundaria.

1 comentario:

César dijo...

Leí 'El guardián entre el centeno' porque el dueño del ejemplar de que dispuse echaba pestes sobre él. Creo que ha sido la mejor recomendación que me han hecho nunca.

César Noragueda