Prácticamente el único inconveniente que tienen los viajes son las tediosas horas de avión. ¿Cómo hacerlas más llevaderas? Indiscutiblemente leyendo. En los aeropuertos siempre busco algo fácil, de bolsillo, no muy actual...es decir, si me gusta y puedo acabarlo, fantástico; de lo contrario, no pasa nada.
Esta vez me iba a Berlín. Unas 5 horas de avión así que tenía que ser algo breve. Entré en el kiosco-librería-tienda de juguetes y golosinas y compré el primer libro de bolsillo finito, ni romántico, ni de ciencia ficción. "El perfume". En el fondo es como una lotería, lo que si no aciertas te da el viaje.
El libro de marras ha vendido cientos de miles de ejemplares y ha sido llevado al cine (Dustin Hoffman). No son referencias suficientes para garantizar una buena lectura, pero al menos no debería ser un "pestiñazo". La idea inicial del libro no me pareció mala: un niño inodoro, que nace en el lugar más pestilente de París, sobrevive a una muerte segura y sale adelante gracias a un olfato excepcional, superior al de cualquier otro ser vivo.
Fue lo único que me gustó del libro. A partir de ahí, de mal en peor. Hasta la ficción debe ser creíble ya que de lo contrario es imposible entender los personajes, las situaciones, el desarrollo de la trama,... Ese es el gran problema del libro. A cada página debe aumentar el absurdo de las situaciones para mantener el supuesto interés en la trama, llegando a la apoteosis en las páginas finales con bacanales multitudinarias provocadas por una gota de perfume o orgías carnívoras.
Con independencia del libro, deciros que Berlín es espectacular. Una ciudad moderna como pocas, que ha sabido reinventarse a partir de sus cenizas. Una arquitectura moderna interesantísima (visita obligada al Reistag y su cúpula y a Postdam Platz) y unos museos espectaculares. Por eso la imagen de este "post" la dedico a Berlín y no a este libro cuyo título ya ni recuerdo
No hay comentarios:
Publicar un comentario